¿Acaso alguien nos enseñó a vivir?

Jamás nadie nos dijo como teníamos que tropezar y cuando teníamos que levantarnos. Ni como curarnos las heridas ni en cuanto tiempo cicatrizarían ni si quiera si nos quedaría marca alguna o no. No nos dijeron que películas tendríamos que ver a lo largo de nuestra vida, ni si quiera nos dijeron si esta sería justa para nosotros mismos, o si nosotros seríamos justos con ella. Nunca nadie nos enseño con claridad la luz del sol, ni lo frío que puede ser una noche de invierno estando sola en una cama vacía. Ni si quiera tuvieron la decencia de avisarte y mostrarte el amor bien de cerca antes de que tu dieras el paso a conocerlo. Nadie te avisó del odio que existe, ni del rencor, ni de lo que puede pasar si tu corazón se rompe por culpa de la angustia. Tampoco te cubrieron las espaldas. Jamás nos enseñaron como escribir sobre tú vida porque creían que lo mejor es que aprendieras solo. En realidad nadie te enseñó a mirar hacia delante sin olvidar lo pasado, ni si quiera te enseñaron a olvidar tus miedos, ni tampoco a seguir un sueño, un camino fijo. No te enseñaron las siete maravillas del mundo. No al olor de un flor, no a que si tragabas tierra te sentaría mal. No a estar sentado mirando a un punto fijo. No a coger el teléfono en un momento de tensión. Y no, a olvidar a la persona de la cual te sentías totalmente orgullosa.