Ni te odio, ni dejo de hacerlo

No puedo odiarte. No puedo porque tu me has llenado de la felicidad que me faltaba, la que me hacía estar totalmente bien. No puedo odiarte por el simple echo de que todavía eres por el motivo por el cual vuelvo a casa, ni podré odiarte jamás por el simple echo de que tú me has enseñado que se puede querer a alguien que no ves. Te juro que no lo haré ni por el daño, ni por las mentiras, porque a pesar de todo sigues presente en mi vida cada día como si fuera el último. Y te diré que esto no es una despedida, ni que jamás habrá una. Que esto quedará con una puerta abierta y una ventana cerrada, y que si quieres volver solo tendrás que entrar, aunque, con la condición de que no puedes entrar y salir cuando quieras. Me explico, solo podrás entrar para hacerme igual de feliz o más de lo que ya has echo, si es para hacer daño, tendrás que currartelo de una manera y atacar a mi escudo, porque esa puerta entonces se cerrará. Esa puerta, como ya he dicho, quedará abierta todo el tiempo que necesites hasta que estés bien listo para volver a entrar. Y esto significa que se empezará la historia donde se quedó, no, hasta un poco antes de eso, más que nada porque donde se quedó es el final que intento remediar. Si en este plazo de un "para siempre" no entras porque no estás preparado o porque crees que eres lo suficientemente cobarde como para tragarte tu orgullo, te aviso de que esa puerta se entrecerrará aunque todavía quede esperanza de volver. Si en un "infinito" no estás, sola ella se cerrará. Que esté abierta no significa que espere, significa que esa puerta todavía está a tu disposición durante ese plazo. También tiene una consecuencia, si esa puerta se cierra no se volverá a abrir, así que esto otro significa que si el viento la cierra porque la herida se cura sola, no tendrás un timbre para llamar, porque esa puerta solo se abre desde dentro (claramente dentro no hay nadie), y si te pilla fuera.. Adiós.