Y a quien pretendo engañar, te digo adiós pero sigo deseando decirte hola.
Porque nadie sabe como se me rompe algo dentro de mi cuando escucho esa canción que me recuerda a ti o como de feliz me hace que te hayas acordado de que ayer fuera nuestro día. O que estúpida es mi idea de querer seguir con algo que no sigue y que en realidad jamás tuvo marcha hacia delante, sino hacia atrás. Y que no, que no saben como se me acelera el pulso cuando te veo y tampoco de porqué lloro en mitad de una clase. Que no tienen ni idea del porqué dejo de escuchar cuando me acuerdo de ti ni de porqué empiezo a hablar cuando te vas. Que no, que no lo saben ni lo van a saber jamás hasta que lo sepas tú. Porque en realidad ni te has parado a pensar lo que significa para mi que mis dedos vuelen sobre el teclado y que mi bolígrafo al que tanto me aferré se hiele porque no quiere seguir escribiendo para ti. Y es entonces cuando me doy cuenta de que lo que llevo dentro solo me llena a mi, y no a ti. Y que te da igual si voy o vengo porque yo es como si no estuviera en tu vida. Desde luego es irónico, pensar en alguien continuamente y concederle el privilegio de que sea el centro de tu vida, la cual se está yendo a la mierda de una manera demasiado consecuente. Pero cuando llega el momento de querer ser feliz es fácil, pero te veo y veo que no estás ni estarás y la humillación hacia mi misma asoma la cabeza. Y quizás ese es mi problema, que cuando me miras se parten mis esquemas en los que tanto tardé algún día.
Y si.
Te quiero.
Y te querré.
No hay comentarios:
Publicar un comentario